Sólo hay que darle gracias, alabarle, y llevar una vida como él te pide en su Palabra que la lleves.
Sin embargo, un error muy común en aquellas personas cuyas vidas se ven tranformadas por una conversión a Jesucristo, es querer convencer a sus familiares (marido, mujer, hermanos, hijos, etc....) de que ellas están el camino correcto, y que lo que hasta entonces toda la familia conocía y vivía como normal, lo consideran, si bien no un error, el camino equivocado, y empiezan a cambiar.
Pero que Dios produzca un cambio en ti no obliga a las personas cercanas a ti, a experimentar el mismo cambio. Porque hasta que Dios no toque su corazón, podrán pensar en el cambio, pero hasta que no se humillen y se arrepientan ante Dios de sus fallos y pecados, seguirán con sus cargas.
No debemos querer hacer de dioses, y desempeñar una labor que no nos pertenece. Es un error que, además a buen seguro, estará abocado al fracaso:
"El que corrige al escarnecedor, se acarrea afrenta; el que reprende al malvado, atrae mancha sobre sí. No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca; corrige al sabio, y te amará" (Proverbios 9:7-8)
Hacerle entender a un "no creyente" la grandeza de Dios es una tarea totalmente imposible y vana, carente en un 100% de los casos de resultado alguno, y en el que nos veremos inmersos en una discusión y afrenta a nuestros valores de la persona a la que queremos ayudar.
Si bien las intenciones pueden ser buenas, los resultados pueden ser totalmente opuestos a lo que deseamos que suceda en el corazón de aquella persona de nuestra familia a la cual deseamos lo mejor, y con quien queremos compartir todo aquello que ahora sentimos.
Muchas veces, el hecho de que en una familia Dios actúe en algún miembro de la misma, no significa que sea el momento de toda la familia, ya que el mismo Jesucristo a los que se convertían les decía lo siguiente:
"No penséis que he venido a traer paz.....no he venido a traer paz, sino espada, porque he venido a poner en enemistad al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra. Así que los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí no es digno de mí, el que ama a hijo o hija más que a mí no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halle su vida, la perderá; y el que pierda su vida por causa de mí, la hallará." (San Mateo 10:34-39)
Cuando Dios toca tu corazón,cuando Jesús llama a tu puerta, no mira a tu alrededor para comprobar si tu familia debe ser convertida y tocar también su corazón, porque Dios es personal para cada uno, y los que tengan que estar ciegos, como dice su palabra, seguirán ciegos y su corazón endurecido, para que Él no los toque y sean sanados. ¿Hasta cuando?, sólo Dios lo sabe, porque es el único capaz de tocar corazones y de transformar vidas.
En cuanto a los matrimonios, la Palabra es muy clara al hablar de este tema:
"Si algún hermano tiene mujer que no es creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone. Y si una mujer tiene marido que no es creyente, y él consiente en vivir con ella, no la abandone, porque el marido no creyente es santificado por su mujer; y la mujer no creyente, por el marido. Pero si el no creyente se separa, sepárese, pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a vivir en paz nos llamó Dios." (Corintios 7:12-15)
Y es que si el nuevo cristiano quiere vivir como tal, y dejar atrás viejas costumbres y hábitos que le condenaban, ¿acaso no debería ser esto respetado por el marido o mujer?. La Palabra, como acabamos de ver, nos insta a vivir en paz con Dios, ahora que sabemos que es el camino, y si nuestra nueva manera de ver el mundo conociendo a Jesucristo, es motivo de que nuestra pareja viva en un conflicto constante con nosotros, hasta el punto en el que prefiera apartarse de nuestro lado....... ¿sería correcto volver al camino de la condenación por una persona, por mucho que la queramos?. La respuesta es que no, ya que nuestra alma sufriría una doble condenación.
Así pues, no nos preocupemos por lo que pensarán, por lo que dirán, por si quieren que nos comportemos como antes, ignorando que Dios ha cambiado nuestra manera de ver la vida y de vivirla. El Señor jamás nos abandonará, y nuestra vida, si seguimos el camino que Dios nos enseña con su palabra, será una bendición, no sólo para nosotros, sino para todos aquellos que nos encontremos en el camino.
Y,por supuesto, aquella persona que a día de hoy no entiende porque su mujer, marido, hijo, hija, hermano, hermana, ha cambiado y se pregunta con qué tipo de persona está ahora, que sepa que un cristiano intentará a toda costa cumplir los dos mandamientos que Jesucristo nos enseño:
"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas .....", y "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (San Marcos 12:29-31)
¿Acaso es reprochable querer llevar una vida donde el amar a Dios y a los demás como a uno mismo sea lo primero?. ¿Acaso no es entendible que se quiera huir de cosas como.........?:
-El orgullo
-El espíritu de crítica (al gobierno, a los demás.......)
-La soberbia
-La hipocresía
-El estar afanados
-Etc.......
Además, para aquella persona que vive de cerca la conversión de un hermano, y sobre todo en las relaciones de pareja y matrimonios, deben de verlo, lejos de un obstáculo, una auténtica bendición, ya que el concepto de Amor para un cristiano, es el siguiente, y según la palabra:
"El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, sino que se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta." (1 Corintios 13:4-7)
Así que, la conversión de una persona dentro de una familia, hay que verla como una bendición, aunque a muchos miembros de la misma, les desmonte el castillo de naipes que tenían de "una vida ideal y tranquila". Nosotros, como cristianos, debemos respetar a todos y, día a día.............
¡AMAR MÁS!
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