lunes, 9 de mayo de 2011

La envidia sana

"El que anda entre sabios será sabio..." (Proverbios 12:20)
Algunas personas avivan el "fuego" que hay dentro de ti para que seas todo lo que puedes llegar a ser; cuando las encuentres "nútrete" de ellas. Cuando tienes poca o nada de "agua" en tu propio "pozo", no dudes en tomarla de los suyos.
 Durante muchos años, Eliseo estuvo a la "sombra" de Elias; lo veía como un privilegio, y no como una desazón. Estaba dispuesto a poner las tiendas, a cocinar, a lavar la ropa y a hacer recados para poder experimentar de primera mano algunos de los mayores milagros que han habido en la historia.
 Y por este motivo, Eliseo dijo a Elías: "Te ruego que me dejes una doble porción de tu espíritu." (2 Reyes 2:9b). Eliseo llegó a hacer el doble de los milagros que Elías había hecho... Entiende esto, debes tener cimientos, y sin ayuda no los puedes construir.
Viendo que el Señor bendice a otra persona, debería motivarte a hacer más mella; esto no es envidia, sino un fuerte deseo de recibir más.
 Fíjate en Ana, la mujer de Elcana (lee 1 Samuel 1). Ella quería tener un hijo. Con el fin de animarla, Dios usó a Penina, que estaba casada con el mismo hombre pero era capaz de tener hijos. Cuantas más veces veía Ana a Penina teniendo hijos, más deseaba tener los suyos. Penina desafiaba a Ana y la animaba a que ella orase.
 ¡Esa es la reacción correcta!

No se trataba de que Ana tuviera envidia y no quisiera que Penina tuviera hijos, sólo quería tener los suyos propios. Si ver triunfar a otros te incita a querer boicotear su éxito, nunca prosperarás.
 Aprende a regocijarte viendo las bendiciones de los demás y date cuenta de que el mismo Dios que les bendijo a ellos, te puede bendecir a ti también.

¡Haz que sus bendiciones te desafíen a llegar más lejos!

Jesús te conoce

A veces pensamos que el hecho de que delante del mundo nos comportemos como buenos cristianos, es suficiente para ganarnos la salvación, pero no es así.
En los inicios de la obra de nuestro Señor Jesucristo, mucha gente a su alrededor, al ver sus milagros, declaraban abiertamente que le seguían, pero aún así, Jesús no se fiaba de ellos, porque nuestro Señor sabe, más alla de nuestra actitud frente a los demás, lo que hay en nuestros corazones.
Y es que por mucho que digamos que nos hemos convertido, y que hemos aceptado a Jesucristo como nuestro Señor, en nuestros corazones no es eso lo que sentimos, y vivimos llenos de miedos, idolatrías, etc.......
"Mientras estaba en Jerusalén, en la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos; y no necesitaba que nadie le explicara acerca del hombre, pues el sabía lo que hay en el hombre." (San Juan 2:23-25)
Así pues, inspecciona tu interior, y preguntate si de verdad estás dispuesto a seguir a Jesús, o es una fachada que muestras en la iglesia y delante de tus hermanos. A Dios no le vas a engañar, y si no eres sincero de corazón, Jesucristo está deseando que te vacies de esa hipocresía que te inunda, y que te humilles ante Él, para que te pueda llenar de gloria.
¡Hoy es tiempo!........ Arrepiéntete y Jesús no te dejara caer. Deja de engañarte a ti mismo. Es muy difícil que, alguien que tiene un alto concepto de si mismo como cristiano, se arrepienta y eche marcha atrás para darse cuenta de que está equivocado, pero Jesús te insta a que revises tu andar y te arrepientas mientras aún estés a tiempo.
Jesús conoce tu corazón pero, ¿y tu?...... ¿conoces lo que hay en tu propio corazón?