jueves, 21 de abril de 2011

Amor...... y no división

Llamados a ser, aunque tenue, un reflejo de la paciencia que el Señor tiene con nosotros. Y también de la que algunas personas, especialmente las que nos aman, nos conceden. Y ahí va incluído el soportar por mucho tiempo a gente difícil. Porque gente difícil la hay. ¡Vaya que si la hay!. Algunas personas necesitan el conflicto, la tensión, segregar adrenalina. Si no, no saben qué hacer. Les falta algo. En la constante discusión se encuentran en su elemento.
Disfrutan con interminables discusiones internas que desgastan energías, ánimos e ilusiones. Para este tipo de personas siempre hay algún motivo. Real o imaginario. Ayer fue aquello, hoy será esto, mañana lo otro. Su criterio debe prevalecer. Los errores siempre de los demás, por supuesto....... Claro que nadie tenemos derecho a establecer un juicio definitivo. Eso corresponde al Señor. Pero Jesús nos advierte que "por sus frutos los conocereis".
Sinceramente, que real es la frase de un querido hermano Pastor, que provoca la ausencia de cierto tipo de personas: "así lleves tanta paz, como descanso dejas". Me parece que entra en el ámbito de la leyenda lo atribuido al querido y recordado misionero José Mefford que citaba el epitafio colocado por una viuda a la que su difunto esposo le hizo la vida poco soportable durante muchos años:

     "Aquí yaces y haces bien; tú descansas, yo también"





O como en la convención de Córdoba de 1975, D.José Mª Martínez, citaba a no se qué poeta, quien decía "morar en el cielo con los santos que amamos, será una gloria. Pero morar en la tierra con los santos que conocemos es otra historia".

La reiterada confrontación es una senda resbaladiza y peligrosa. Pero haría la seria advertencia de que esas actitudes podrían llevar al "canibalismo cristiano" (Gálatas 5:15 "pero si os mordeis y os comeis unos a otros, mirad que también no os consumais unos a otros"). ¡Desde luego que tenemos que afrontar problemas y cuestiones y debatirlas buscando las mejores soluciones!. Como debe suceder en nuestras asambleas locales o convencionales. Pero desechamos el espíritu de permanente queja y conflicto, de murmuración y de acusaciones, creando sospechas, desconfianza y crispación, que divide. Desechamos ese estilo, que no es del Señor. Por el contrario, vivamos el gozo del Señor e intentemos hacer hacer un poco más felices a los demás, transmitiendo alegría y esperanza. La carrera que tenemos por delante es de fondo. Corrámosla, pues, con paciencia.

En contraste con la inestabilidad, que es un signo de inmadurez, sigamos la verdad en AMOR, creciendo en todo en Aquel que es la cabeza. Verdad y amor ("un nuevo mandamiento os doy...." "en esto conocerán que sois mis discípulos, si os amáis los unos a los otros" "El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor"). La verdad en amor. Esto es clave.

Necesitamos la verdad, siempre que la hablemos en amor. Porque es en amor que la Iglesia crece y se edifica a sí misma. Lo que Pablo pide, inspirado por el Espíritu Santo, es una equilibrada combinación de los dos. La verdad es dura si no la suaviza el amor; el amor se debilita si no lo fortalece la verdad, ya que la verdad sin amor es fría, pero el amor sin la verdad está vacío.

Cuando ambos marchan unidos como dos caras inseparables de una mism moneda, como la fe y las obras, las raíces y los frutos, la oración y la acción, entonces hay cimientos firmes, la casa está fundada sobre la roca.

Video: No sólo palabras

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